CIUDAD DE GUATEMALA – El presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo, anunció el domingo por la noche que las fuerzas estatales no ejecutarán órdenes “ilegales” de los fiscales después del allanamiento del domingo a la casa del ex ministro de Comunicaciones Félix Alvarado, quien recientemente renunció. semana, quedando así sin inmunidad.
La fiscalía no quiso confirmar los motivos del allanamiento y afirmó que el caso está sujeto a secreto judicial.
“Lo que haremos es asegurar que la fuerza pública no cumpla órdenes que no respondan a la estricta legalidad”, dijo el presidente en conferencia de prensa.
“La justicia en Guatemala está en crisis”, afirmó Arévalo, quien culpó al Ministerio Público de la crisis porque fue “criminal y arbitraria”. El presidente anunció que se introducirá el mecanismo de revisión de las órdenes del fiscal, sin dar más detalles.
Arévalo dijo que fiscales del Departamento de Estado, con el rostro cubierto, allanaron la residencia del exfuncionario y robaron sus documentos de identidad, incluido su pasaporte, en lo que calificó de “actos falsos”, lo cual negó. La búsqueda incluyó a un equipo policial, aunque los agentes no entraron en la vivienda.
Arévalo calificó a Alvarado como un hombre transparente y honesto y le agradeció estar seis meses al frente de la cartera de comunicaciones. Alvarado dijo la semana pasada que dejaba su cargo por desacuerdos con el presidente.
El Presidente anunció que citará de inmediato a la fiscal general Consuelo Porras para explicar su implicación en la crisis del sistema de justicia, tras la presentación de informes de organismos internacionales como la OEA y la ONU sobre acosos, amenazas y crímenes por parte de la Fiscalía. contra los empleados de la justicia, periodistas, defensores de derechos humanos e incluso en procesos electorales judiciales.
Porras continúa el ataque al gobierno de Arévalo, iniciado cuando aún era candidato presidencial. Su fiscalía intentó investigar a más de 150.000 guatemaltecos que participaron en comisiones electorales y recibieron votos de los ciudadanos por acusaciones de fraude electoral.
Como parte de esta crisis de justicia, el Presidente recordó el encarcelamiento de la exdirectora del Instituto para las Víctimas, Ligia Hernández, quien milita en su partido político y quien la semana pasada aceptó los cargos y fue sentenciada por delitos relacionados con el financiamiento de elecciones. Tras ser condenado, recuperó inmediatamente su libertad.
Hernández dijo que era inocente, pero aceptó los cargos para salir de la cárcel, donde estuvo durante tres meses, deprimido y enfermo. Arévalo describió lo que le pasó a Hernández como una tortura psicológica.
El presidente condenó la cooperación del sistema de justicia por parte de jueces corruptos que quieren devolver a prisión al periodista José Rubén Zamora, quien lleva más de 800 días en prisión sin sentencia. Tras su liberación, hace menos de un mes, el tribunal de apelaciones ordenó su regreso a prisión.
“La misma minoría corrupta está tratando de volver a meter a José Rubén Zamora en la cárcel para seguir mostrando su odio a la libertad de expresión”, dijo el presidente.
Arévalo denunció que “la persecución de quienes piensan independientemente, actúan según su conciencia, es su agenda diaria (…) Nuestra democracia es una amenaza para ellos y quieren destruirla, cueste lo que cueste”.
El Presidente recordó que ni siquiera él se salvó de la acción del fiscal, quien le presentó en 11 ocasiones solicitudes para revocar su inmunidad, lo que no logró.
Como varios de sus fiscales, Porras se encuentra bajo sanciones de más de 40 países que le han prohibido la entrada a sus territorios, acusándolo de obstruir la lucha contra la corrupción y socavar la democracia en el país centroamericano.