El presidente ruso, Vladimir Putin, firmó el sábado una ley que prohíbe la adopción de niños rusos por parte de ciudadanos de países donde la transición de género es legal.
El líder del Kremlin también aprobó una ley que prohíbe la distribución de material que anime a la gente a no tener hijos.
Los proyectos de ley, que anteriormente fueron aprobados por ambas cámaras del parlamento ruso, siguen una serie de leyes que se han dirigido a las minorías sexuales.
Vyacheslav Volodin, presidente de la cámara baja de Rusia, coautor del nuevo proyecto de ley, dijo en un mensaje de Telegram en julio que “es extremadamente importante eliminar los riesgos potenciales en forma de reasignación de género que enfrentan los niños adoptados en estos países”.
La prohibición de adopción se aplicará al menos en 15 países, la mayoría de ellos en Europa y Australia, Argentina y Canadá. La adopción de niños rusos por parte de ciudadanos estadounidenses fue prohibida en 2012.
Otras leyes aprobadas el sábado prohíben lo que describen como publicidad para la liberación de niños y conllevan multas de hasta 5 millones de rublos (unos 50.000 dólares). Sus defensores afirman que el argumento público contra la maternidad es parte de un supuesto esfuerzo occidental para debilitar a Rusia fomentando el descenso de la población.
En los últimos años, Putin y otros altos funcionarios han pedido cada vez más la adhesión a los llamados valores tradicionales como respuesta al liberalismo occidental. A medida que la población de Rusia continúa reduciéndose, Putin ha abogado por las familias numerosas y el año pasado instó a las mujeres a tener hasta ocho hijos.
El año pasado, Rusia prohibió los procedimientos médicos para la reasignación de género y su Corte Suprema declaró extremista el “movimiento” LGBTQ+.
En 2022, Putin firmó una ley que prohíbe la distribución de información LGBTQ+ a personas de todas las edades, ampliando la prohibición de 2013 sobre la distribución de material a menores.
Desde que envió tropas a Ucrania en febrero de 2022, el líder del Kremlin ha descrito repetidamente a Occidente como “satánico” y lo acusó de intentar quebrar a Rusia exportando ideologías liberales.
Periodistas, críticos, activistas y figuras de la oposición en Rusia se han visto sometidos a una presión cada vez mayor por parte del gobierno en los últimos años, que se ha intensificado significativamente a raíz del conflicto en Ucrania.
Cientos de individuos y grupos no gubernamentales han sido designados como “agentes extranjeros”, una etiqueta que implica un control gubernamental adicional y conlleva una connotación peyorativa.