Lo que ‘Babygirl’ está haciendo bien y mal con respecto al vicio, según un experto en sexo

Advertencia: lo siguiente contiene spoilers de The Girl.

“Baby Girl” comienza con Romi (Nicole Kidman) montando a su marido (Antonio Banderas) y culmina en lo que parece ser un orgasmo clásico, una película mágica y simultánea. Para alguien que vio la película interesado en la exactitud del género, esto fue un paso en falso: sólo entre el 10% y el 20% de nosotras con anatomía femenina podemos llegar al clímax de esta manera. Todavía no sabía si era una película o si el personaje mentía.

La escritora y directora Halina Rein resuelve inmediatamente cualquier ambigüedad: cuando su esposo se va, Romi se cuela en otra habitación y se acuesta boca abajo con las manos entre las piernas, terminando el videoclip con un sutil diálogo Dom/Sub. Nuestra heroína no es completamente ingenua sexualmente, aunque no está completamente satisfecha.

“Babygirl” sigue a Romy, una poderosa ejecutiva que comienza un trabajo con Samuel (Harris Dickinson), su jovencísimo becario, donde asume un papel dominante y da rienda suelta a sus deseos sumisos. Y como parte de su exploración de la poderosa dinámica de la pareja, la película adopta un tropo erótico popular: el consentimiento dudoso.

Si alguna vez viste una escena de sexo y te preguntaste: “¿Estoy de acuerdo con esto…?” Es muy probable que haya presenciado un consentimiento cuestionable. Uno de los ejemplos más reveladores e interesantes se puede encontrar en la película Unfaithful de Adrian Lane de 2002, en la que una esposa infiel, Diane Lane, se enfrenta físicamente a su amante más joven, interpretado por Olivier Martinez, mientras éste intenta poner fin a su conflicto.

“Basta. No puedo. No puedo”, dice. “¿Me quieres?” Te deseo.”

“Dímelo”, responde.

“Te deseo.”

El consentimiento cuestionable se refiere a escenarios en los que el consentimiento del sujeto para participar en una actividad sexual no está claro, es coaccionado o se otorga en circunstancias que violan su consentimiento genuinamente libre. Generalmente están en juego desequilibrios de poder, manipulación psicológica y/o traición. Cuando se hace bien, es increíblemente impresionante. Pero primero hay que ver si el personaje que consiente en última instancia quiere lo que ha sido presionado a querer. En The Doll, los deseos de nuestra protagonista se nos transmiten cuidadosamente desde el principio. Ella es una “buena chica” que hace “algo malo”. El tabú, un poderoso impulsor del impulso sexual a través de innumerables fantasías, es evidente aquí.

Es importante tener en cuenta que en cualquier práctica ética de BDSM, se requieren conversaciones claras sobre límites, factores desencadenantes y palabras seguras antes de comenzar. Pero lo interesante de Baby Girl, donde el concepto de una palabra segura no surge hasta la mitad, es su enfoque en retratar personajes que no practican tales dinámicas de poder. Aunque el grandilocuente tráiler de la película encontró a Dickinson en su forma más creíble e imponente, por ejemplo, “Girl Child” muestra su personaje cuando Kidman la desafía a tomar las riendas.

Tomemos como ejemplo el primer encuentro sexual de Romi y Samuel en la habitación del hotel. En lugar de llegar con todo el equipo de Dom Daddy y una aterradora maleta llena de palas y ruedas Wartenberg, aparece con una capucha y una bolsa de plástico y lo saluda con un “Oh, estás aquí”.

Romy, por su parte, intenta asumir la responsabilidad y volver a su papel de jefe y mayor, una medida defensiva para evitar la vulnerabilidad de pedir lo que realmente quiere.

Aquí, “Babygirl” parece comprender una realidad universal detrás de la rabia: muchas mujeres (y hombres) exitosos y poderosos quieren apagar sus cerebros y someterse por completo a la Trampa Correcta. También destaca una limitación común: para un liderazgo eficaz, la inteligencia emocional es tan importante, si no más, que el talento físico.

La película también se da cuenta del poder de desarrollar tales dinámicas sin detalles visuales gratificantes. No es necesario, porque el gemido bajo, primitivo y hambriento de Romy en el clímax de la secuencia lo dice todo. Esta experiencia es nueva y trascendental. Ella rompe a llorar y somos testigos de un momento que parece un cuidado posterior (aunque los personajes no tienen vocabulario). Dickinson sostiene a Kidman mientras ella llora y crea un espacio seguro.

Sólo más tarde, cuando la relación se dispara y la dinámica de poder de la relación sexual de Rami y Samuel se extiende a otras partes de la vida de los personajes, la relación de “Dukhtarcha” con el sexo puede tomar un descanso. Cuando Romy confiesa su relación con su marido y oculta los detalles, patologiza su dolor con las líneas: “Quiero ser normal” y “He probado todas estas terapias…” El momento en que me preocupé por el significado. Existe una relación causal entre el trauma y la perversión. Para aclarar: si bien el juego inofensivo es un foro maravilloso para navegar e incluso curar traumas, es un estereotipo dañino asumir que sólo las personas “rotas” resultan heridas.

Romi continúa diciendo: “No se trata de la palabra seguro o lugar seguro o consentimiento o desacuerdo… tiene que ser peligro. Deben haber cosas en juego.” Pero no podía explorar esta dinámica de manera segura o dentro de sus límites. ¿Cómo podía saber que sólo podía crear estas fantasías en un contexto problemático?

Al igual que con la apertura, lo que al principio puede parecer un paso en falso no hace más que establecer la recompensa inevitable: en este caso, al sugerir y luego cuestionar supuestos sociales. Al final de la película, queda claro que la actitud dañina de Romi hacia su amante provocó que éste le fuera infiel. Sin embargo, a través de la crisis de “Girl Doll” aprende a abrazar sus deseos: a diferencia de Nora en “A Doll’s House” o el personaje principal “Hedda Gabler” (ambos son claramente mencionados en la película), ella repara su matrimonio y decide quedarse, pero no reprimiendo su imaginación prohibida. “Si quiero que me acosen”, le dice amenazadoramente a un colega en una de las últimas líneas de la película, “le pagaré a alguien para que lo haga”.

Ramaday es una educadora sexual certificada, consejera de intimidad y asesora de relaciones mejor conocida por presentar el podcast de comedia feminista Girls in P.ohrn.

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