El intento “desesperado” de China de dominar la región del Océano Índico

Martes 7 de enero de 2025 – 16:43 WIB

Kunmíng, VIVA – El tercer Foro China-Región del Océano Índico (CHIORF), celebrado en Kunming del 14 al 16 de diciembre de 2024, es el último espectáculo teatral en la incesante búsqueda de Beijing por dominar la Región del Océano Índico (IOR). La premisa del foro revela las capacidades geográficas de China más allá de las fronteras: un país que ni siquiera comparte frontera con el Océano Índico, pero que se ha posicionado audazmente como líder regional.

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Como informó el Greek City Times el martes 7 de enero de 2025, el desarrollo de este foro es muy inusual. Originalmente programado para celebrarse en Malé en agosto de 2024, el apresurado cambio de sede a Kunming tras una solicitud de las Maldivas indica un creciente escepticismo regional sobre las intenciones de China. Con la asistencia de más de 200 delegados de más de 20 países y organizaciones internacionales, Beijing continúa intentando crear una narrativa de liderazgo regional mientras enmascara sus verdaderas ambiciones estratégicas.

El enfoque de este año en la infraestructura oceánica, las oportunidades digitales para la economía azul y el intercambio cultural para el turismo marítimo sirve como un fino velo sobre la agenda expansionista de China. Centrarse en la integración de la ayuda, la inversión y el comercio. La conocida estrategia de Beijing ha dejado a varios países de la región lidiando con una deuda insostenible y una erosión de la soberanía.

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El contexto histórico es muy importante. Si analizamos los dos primeros foros, celebrados en noviembre de 2022 y diciembre de 2023, surge un patrón de esfuerzos metódicos de China para crear una plataforma regional alternativa que eluda los mecanismos multilaterales establecidos. Esta estrategia socava deliberadamente estructuras existentes como la Asociación de la Cuenca del Océano Índico (IORA), donde China es sólo un socio de diálogo, lo cual es lamentable.

La principal controversia del foro está en su nombre, “Región China-Océano Índico”. Esta disparidad geográfica sería ridícula si no fuera parte de una estrategia calculada. China, a miles de kilómetros de distancia del Océano Índico, está intentando cambiar la geografía regional mediante la coerción económica y la manipulación diplomática. Es como si la Antártida reclamara liderazgo en los asuntos tropicales o como si Mongolia, sin salida al mar, fuera sede del Foro del Pacífico.

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La experiencia de Beijing en la región revela sus verdaderas intenciones. La “diplomacia de la trampa de la deuda” que atrapó el puerto de Hambantota en Sri Lanka y lo convirtió en un contrato de arrendamiento chino por 99 años es una advertencia. Una situación similar se observa en el puerto de Gwadar en Pakistán y en varios proyectos de infraestructura en la región. Ésta no es una iniciativa de desarrollo; es un activo estratégico en la búsqueda de la supremacía marítima por parte de China.

Los manifestantes celebran el anuncio de la dimisión del presidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa.

La agenda de empoderamiento digital discutida en el foro enmascara el colonialismo tecnológico de China. Beijing busca construir una red de vigilancia y mecanismos de gestión de datos en todo el IOR mediante la promoción de su infraestructura y sistemas digitales. Esta Ruta de la Seda Digital se centra menos en la creación de poder y más en fortalecer los estándares y controles tecnológicos de China.

El componente de intercambio cultural del turismo marítimo es especialmente irónico dado el comportamiento agresivo de China en las zonas marítimas más cercanas a casa. Los países del Mar Meridional de China pueden ser testigos del enfoque abierto de Beijing hacia las relaciones marítimas, que es una forma de intimidación, construcción artificial de islas y agresión territorial. Esta experiencia hace que las promesas de China de cooperación marítima pacífica carezcan de sentido.

El momento de celebración de este foro es importante, ya que llega en un momento en que muchos países están reevaluando su relación con la inversión y la influencia chinas. El plan inicial de celebrar el evento en Male City y su posterior cancelación subrayaron la creciente conciencia regional sobre las verdaderas intenciones de China. Más países están empezando a darse cuenta de que la ayuda de China conlleva costos ocultos y condiciones estratégicas.

La explotación de la región por parte de China es multifacética. Beijing habla de “desarrollo compartido” y antepone sus propios intereses estratégicos a los beneficios regionales. Las prácticas crediticias agresivas, la falta de transparencia en la implementación de proyectos y el desprecio por los impactos ambientales y sociales se han convertido en características distintivas de la participación de China en la región. El conflicto entre los objetivos declarados de CHIORF y el comportamiento real de China es cuestionable.

Si bien el foro se centró en la cooperación y la prosperidad común, la modernización de las fuerzas navales de China, incluida la expansión de sus capacidades navales y el establecimiento de bases como la de Djibouti, reveló sus verdaderos cálculos estratégicos. Estas no son acciones de socios benevolentes para el desarrollo, sino acciones de fuerzas que buscan establecer hegemonía.
Esta región necesita una asociación real, no un patrocinio disfrazado de cooperación.

Los intentos de China de establecer una esfera de influencia a través de proyectos económicos y de infraestructura que sirvan a los intereses estratégicos de Beijing amenazan cada vez más la identidad histórica del Océano Índico como espacio marítimo libre y abierto. Dado que el tercer CHIORF tuvo lugar en Kunming, que está lejos de las aguas a las que se supone debe prestar servicio, los países de la región deberían ser conscientes de esta farsa.

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Los intentos de China de establecer un papel de liderazgo en la región del Océano Índico no sólo son geográficamente erróneos, sino también estratégicamente peligrosos. El futuro de la región del Océano Índico debe ser moldeado por los actores regionales a través de un marco multilateral establecido, no por esfuerzos unilaterales de fuerzas externas para remodelar la región.

La apariencia naval de China a través de CHIORF no puede ocultar su agenda explotadora. Los países de la región deben estar atentos a estos sofisticados esfuerzos por colonizar el mar con el pretexto de desarrollar la cooperación. El destino del Océano Índico debería estar en manos de sus partes interesadas legítimas, no de potencias externas ambiciosas que buscan remodelar el paisaje estratégico de la región a su favor.

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