Miles de estructuras resultaron dañadas en el incendio que envolvió a Los Ángeles. Esto significa que probablemente conozca a alguien (o varias personas) que hayan experimentado la pérdida de un hogar o una posesión amada. Tu instinto es tender la mano, y deberías hacerlo. Pero a menudo escuchamos tales expresiones:
“Las cosas son intercambiables.”
“Mira el lado positivo: ¡al menos estás a salvo!”
“Son sólo cosas”.
O, quizás lo peor de todo: “Deberías hacer una lista de agradecimientos”.
Esto es positivamente tóxico y apropiado. Yvonne Tomásun psicólogo de Los Ángeles especializado en duelo y pérdida, es un acto que “impide artificialmente que una persona realmente esté en contacto y sienta sus sentimientos, incluso si esos sentimientos no son muy agradables, pero deberían ser adecuados en un momento dado”.
Esta es la tendencia a darle un giro positivo a todo, incluso cuando no es necesario. Por ejemplo, decirle a alguien que acaba de perder su hogar “al menos estás vivo” puede ser autocrítico e invalidar su dolor. De manera similar, asegurarle a alguien que ha perdido un hogar o un ser querido que “todo sucede por una razón” puede hacer que reprima su dolor en lugar de procesarlo de forma natural.
Cuando alguien usa estas frases en un momento de pérdida, puede empeorar las cosas. En una zona de desastre, como los incendios sin precedentes en Los Ángeles, la situación puede ser extrema. Decir cosas como: “No te preocupes. Las cosas sólo pueden mejorar”, “Volveréis a recuperaros en poco tiempo” o “Al menos todavía os tenéis el uno al otro”.
Cuando ofrece consuelo, es importante recordar que la persona que sufre un trauma puede encontrar esos momentos positivos por sí misma.
“Si alguien pierde su casa, se emociona”, dice Thomas. “Deja que te digan: ‘Oh, al menos podría haber salvado a mi gato, pero no les digas eso’.
Cuando Christina Glabas perdió todo en su casa en Portland, Oregon, en 2018, su madre le dijo de inmediato que todo iba a estar bien, que era fuerte y que se recuperaría.
“Lo encontré muy extraño”, dice Glabas. “Nunca dije que iba a estar bien”.
Para Glabas, que la gente pensara cómo se sentía era estresante e incluso perjudicial para él.
“Hacer cosas que no son útiles en esa situación realmente puede llevar a la gente al límite”, dice. “Ahora tengo que mentirte para que te sientas mejor con lo que dijiste”.
Y, dice Glabas, es importante recordar que las personas necesitan apoyo (tanto material como emocional) durante años después de una tragedia. Recuerda un período de estrés postraumático en el que sólo podía hablar de fuego.
“Recuerden, esta será su vida durante los próximos tres a cinco años”, dice. “Se hablará de esto, y tal vez sólo de esto, durante años, y hará falta mucha paciencia. En los días siguientes, mucha gente se reunirá para pedir apoyo, pero después de un año, ¿dónde está la ayuda?”
Sin embargo, Thomas dice que es importante recordar que existe una delgada línea entre los aspectos positivos tóxicos y los negativos tóxicos simples.
“No querrás encubrir, ignorar o no reconocer lo que pasó”, dice, “pero tampoco querrás frustrarte y enojarte tanto que hiera a la otra persona. Puede deprimir a la otra persona, por lo que Ni siquiera escuchan tus condolencias”.
Después de un accidente puede surgir una tormenta de emociones que a menudo toma a las personas con la guardia baja. Entre estos sentimientos hay una mezcla compleja de resentimiento y celos, incluso hacia quienes lo han perdido todo. Este malestar emocional se traduce en una abrumadora sensación de empatía y sobreidentificación con las víctimas, lo que paradójicamente puede tener consecuencias perjudiciales.
“Mucha gente siente la culpa del superviviente”, explica Thomas, destacando una reacción común pero muy incómoda. Esta culpa puede manifestarse de muchas maneras, desde preguntar por qué fueron salvos hasta sentirse innecesariamente inseguro, lo que hace que el proceso de curación sea aún más difícil tanto para los sobrevivientes como para los espectadores.
Lo mejor que se puede hacer, dice, es mantenerlo simple.
“La gente no sabe cómo decir ‘lamento la pérdida'”, dice. “Es una de las cosas más difíciles de hacer”.
A menudo, el gesto más significativo es mantenerlo simple y sincero: “Lamento tu pérdida”. Ofrecer un oído atento o una presencia reconfortante puede decir mucho cuando las palabras no son suficientes.
Y para aquellos que están heridos y perdidos, puede ser útil permitir que otros los apoyen, incluso si tropiezan en sus esfuerzos. Abra la puerta a la conexión, exprese sus necesidades con claridad y recuerde que la vulnerabilidad puede conducir a una comprensión y una curación más profundas. Deje que la gente esté presente, no entierre sus sentimientos, pero deje en claro cómo quiere hablar sobre su pérdida.