MONTEVIDEO— Profesora de historia, bailarina folclórica, activista, alcaldesa. Yamandú Orsi, el sucesor político del ex presidente uruguayo José Mujica, ha estado en muchos frentes durante sus 57 años.
Prometiendo una renovación de izquierda, Orsi derrotó al actual presidente Álvaro Delgado en una segunda vuelta presidencial el domingo, y en su primer discurso desde que se anunciaron los resultados de las elecciones, prometió formar un gobierno de unidad nacional.
El candidato del Frente Amplio recibió abiertamente el apoyo de “Pepe” Mujica, un exguerrillero que estuvo en Uruguay en 2010 y 2015 y participó activamente en su campaña. El ex presidente elogió a Orsi como un nuevo líder capaz de encontrar un equilibrio entre la compleja dinámica de la situación social, política y económica.
Nacido el 13 de junio de 1967 en un pueblo de la región de Canelons, la segunda más grande de Uruguay, Orsi formó sus ambiciones políticas durante la dictadura (1973-1985) cuando aún era un adolescente.
Hijo de un viticultor y sastre, militó desde joven en las filas del Frente Amplio de Canelones, primero en el Cid Artiguista y luego en el Movimiento de Participación Popular. Mientras vivía en el pueblo, aprendió a leer y escribir gracias a su hermana mayor, su primera “maestra”.
Su preelección promete impulsar políticas ambientales, promover y apoyar a los pequeños productores y apoyar políticas de inclusión social, pilares que también sentaron las bases de su gestión como alcalde de Canelons, que ocupó en este cargo entre 2015 y 2024.
Con ellos, el discípulo de Mujica propone ahora devolver el poder a la izquierda tras un paréntesis de cinco años tras tres mandatos presidenciales consecutivos.
Orsi comparte algunas similitudes con su padrastro político, como el gusto por el campo y un estilo de vida más relajado. Durante la campaña, a menudo fue fotografiado con su esposa, paseando a su perro y vistiendo ropa informal. Al igual que Mujica, aseguró que no vive en la residencia presidencial.
Para atraer a los votantes en su candidatura a la presidencia, optó por distanciarse de los gobiernos anteriores y prometió que la izquierda sería apoyada por el “diálogo”.
Al mismo tiempo, el exprofesor intentó tranquilizar a los ciudadanos y aseguró que no está planificado en el país de unos 3,5 millones de habitantes, uno de los más ricos de América Latina y con posiciones políticas tradicionalmente moderadas.
Aunque insistió en la importancia de promover el bienestar social, Orsi también adoptó un tono más orientado al mercado que le granjeó el cariño de otros grupos fuera del círculo de izquierda.