Cuando el mundo esté listo COP29 en AzerbaiyánLa urgencia de abordar el cambio climático nunca ha sido más apremiante. Los fenómenos meteorológicos extremos, incluidos los devastadores ciclones tropicales, ponen de relieve la necesidad crítica de cooperación mundial y de medidas decisivas.
La creciente intensidad de los impactos asociados con los ciclones tropicales se ha convertido en una gran preocupación en los últimos años. Los estudios han demostrado que el cambio climático es un factor importante en el impacto catastrófico de estas tormentas.
Por ejemplo, el reciente huracán Helen en los Estados Unidos demostró cómo las temperaturas más cálidas del océano y el cambio climático pueden dañar gravemente a las comunidades costeras y del interior.
Estos acontecimientos no son aislados y ponen de relieve una tendencia preocupante: los huracanes se están acercando a la costa.
Los investigadores han señalado la necesidad de una mejor clasificación de las tormentas, y algunos sugieren la posibilidad de una “sexta categoría” para ciclones tropicales severos.
De hecho, las escalas tradicionales basadas únicamente en la velocidad máxima del viento no reflejan la intensidad de los huracanes provocada por el cambio climático, lo que modifica su comportamiento y aumenta su potencial destructivo. Es imperativo que se destaquen, adviertan y actúen en consecuencia sobre los posibles impactos individuales de estas tormentas.
Huracán Milton: un estudio de caso
El huracán Milton, que azotó Estados Unidos en octubre, es un claro ejemplo de cómo el cambio climático afecta la dinámica de los huracanes.
A medida que las temperaturas extremadamente cálidas del océano proporcionaron combustible adicional, Milton rápidamente se intensificó hasta convertirse en un huracán de categoría cinco en el Golfo de México. Si bien se debilitó antes de descender a huracán de categoría tres (aún importante), el campo de viento y lluvia en rápida expansión provocó precipitaciones e inundaciones sin precedentes en las zonas afectadas.
Este tifón no sólo dañó las zonas costeras, sino que también causó grandes daños en el interior del país, revelando los efectos de gran alcance de tifones tan poderosos.
El cambio climático hará que las tormentas tropicales sean más difíciles de predecir cerca de la tierra y complicará los esfuerzos de preparación para desastres, dijeron los científicos. La creciente prevalencia de la intensificación rápida (donde la intensidad de una tormenta aumenta significativamente en un corto período de tiempo) plantea un desafío para los equipos de respuesta y gestión de emergencias.
El huracán Milton es un excelente ejemplo de cómo las grandes tormentas tropicales pueden traer una combinación de amenazas, incluidos vientos dañinos, marejadas ciclónicas generalizadas a lo largo de las zonas costeras y fuertes lluvias.
Dependiendo de la geografía local, la intensidad de la tormenta puede provocar importantes inundaciones tierra adentro, mientras que las fuertes lluvias pueden provocar inundaciones repentinas en zonas que normalmente no son propensas a sufrir inundaciones, así como deslizamientos de tierra en zonas montañosas.
Incluso una tormenta relativamente débil como la tormenta tropical Oswald de categoría uno en 2013 en Australia todavía tiene el potencial de causar inundaciones generalizadas.
Es importante comprender el potencial de estos impactos no sólo en Estados Unidos, sino a nivel mundial.
Para explorar esto, los investigadores están estudiando los cambios históricos en los patrones e impactos de los ciclones tropicales y cómo pueden afectar las condiciones climáticas futuras en regiones como el Sudeste Asiático, Australia y el Pacífico. El objetivo de este estudio es evaluar el riesgo de que ciclones tropicales afecten a diferentes costas.
Si bien el cambio climático puede afectar las características de futuras tormentas, el huracán Milton es un recordatorio de que ciclones tropicales severos pueden azotar cualquier lugar a lo largo de costas vulnerables. Prepararse para tales acontecimientos, aunque parezcan imposibles, es mucho más eficaz que afrontar las consecuencias de una preparación insuficiente.
El papel del cambio climático en la intensidad de los huracanes
Es importante hablar sobre el impacto del cambio climático en el potencial de daños por tormentas.
A estudio reciente Destaca que los mares más cálidos contribuyen a la intensidad de los huracanes y aumentan su impacto. Estas tormentas ahora tienen más humedad y son capaces de producir lluvias más intensas que pueden provocar inundaciones catastróficas.
A medida que somos testigos de huracanes más peligrosos como el huracán Milton en los EE. UU. y los huracanes en Australia, la comunidad científica está enfatizando la necesidad de medidas de adaptación.
Mejores sistemas de pronóstico y alerta temprana, junto con la preparación de la comunidad, son fundamentales para reducir los riesgos de estas tormentas cada vez más destructivas.
Probabilidad de ciclones severos
La temporada de tormentas tropicales en Australia, que va de noviembre a abril, se acerca rápidamente.
En octubre, la Oficina de Meteorología (BOM) publicó proporcionando una perspectiva a largo plazo para la próxima temporada. Los pronósticos prevén la formación de un promedio de alrededor de 11 ciclones tropicales en la región, y es probable que cuatro toque tierra en Australia. Sin embargo, la posibilidad de tormentas severas es mayor de lo habitual.
Pero, ¿qué significa un número “promedio” de ciclones tropicales en nuestro clima que cambia rápidamente? ¿Y por qué aumenta el riesgo de ciclones severos?
El pronóstico del BOM es consistente con la investigación científica que muestra que el cambio climático probablemente hará que los ciclones tropicales sean menos numerosos pero más intensos. Los huracanes que se desarrollan tienen mayores posibilidades de alcanzar la categoría cuatro o cinco, con vientos sostenidos superiores a 225 kilómetros por hora (km/h).
Ahora se espera que estas tormentas traigan vientos más fuertes, fuertes lluvias, un mayor riesgo de inundaciones y grandes daños costeros.
Si experimentamos más del promedio de ocho o nueve ciclones -algo que podría suceder si se dan las condiciones de La Niña- el riesgo de impactos aumenta.
Pero hay buenas noticias. El BOM acaba de emitir un comunicado diciendo que es más probable que veamos condiciones neutrales en la próxima temporada de ciclones y que, en general, el cambio climático puede reducir el impacto de La Niña en el aumento de la actividad ciclónica en la región australiana.
Otra preocupación es inusual temperatura cálida del marque desempeñan un papel importante en el fortalecimiento de los ciclones tropicales. Estamos en “aguas inexploradas” en lo que respecta a la temperatura del mar, y recientemente se han batido muchos récords de temperatura del océano.
Esto añade más incertidumbre a las predicciones de la actividad de los ciclones tropicales, ya que los patrones históricos de temperatura del océano ya no son válidos en el clima actual.
El camino a seguir: acción en la COP29
La próxima COP29 presenta una oportunidad importante para que las naciones se unan y avancen en la lucha contra el cambio climático.
A medida que los ciclones tropicales continúan intensificándose, las discusiones en esta conferencia podrían priorizar medidas para abordar las causas fundamentales del cambio climático.
Los formuladores de políticas deben comprometerse a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e invertir en infraestructura sostenible que pueda soportar condiciones climáticas extremas. Las estrategias de adaptación también deberían ser un punto focal para equipar a las comunidades para hacer frente a los impactos cambiantes del tiempo en un clima cambiante.
Además, la comunidad internacional debe considerar soluciones equitativas que apoyen a las poblaciones vulnerables más afectadas por estos cambios. Una mayor financiación para iniciativas de adaptación al clima y creación de resiliencia puede ayudar a proteger vidas y medios de subsistencia en zonas expuestas a fenómenos meteorológicos extremos.
A medida que nos acercamos a la COP29, la realidad del cambio climático y su vínculo con la intensificación de los efectos de los ciclones tropicales debería estimular la acción global. La evidencia es clara: sin un esfuerzo concertado para mitigar el cambio climático, el mundo seguirá experimentando fenómenos meteorológicos catastróficos que amenazan tanto la vida como los ecosistemas.
Ahora es el momento de tomar medidas decisivas; nuestro futuro depende de ello.
Liz Ritchie-Tyo es profesora de la Escuela de Tierra, Atmósfera y Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Monash. Es miembro del Grupo de Trabajo de la Organización Meteorológica Mundial sobre Ciclones Tropicales y del Grupo de Expertos en Predicción del Tiempo de la Sociedad Meteorológica y Oceanográfica de Australia.
Este artículo apareció por primera vez en Monash. Lente.
Publicado originalmente en Bienes comunes creativos por información 360™.